martes, 24 de febrero de 2015

De "Hacia una mejor política, II" (El Sol, 15 de febrero de 1918)

"Busca con los ojos el español una institución saludable que emplear como instrumento para la purificación y vivificación de las otras. Sus ojos se deslizan de ésta en aquella sin que ninguna le prometa buenos servicios. Todas le parecen anquilosadas, cuando no podridas. En tal situación de ánimo es lo más peligroso que, al vagar la mirada del español por el público desván, descubra, pendiente de un clavo, el hacha. Si la inconsciencia de los hombres responsables no le proporciona mejor instrumento ¿quién podrá extrañar que haga él del hacha una institución?"

martes, 17 de febrero de 2015

De "Hacia una mejor política, II" (El Sol, 15 de febrero de 1918)

El 3 de febrero de 1918 se celebra la primera reunión del Consejo de Administración y Consejo Directivo de Calpe, do participa Ortega, si bien su nombramiento como director editorial fue en enero de 1919.

Fue nombrado de nuevo para la Academia de Ciencias Morales y Políticas. 

"Uno de los fenómenos más extraños que la Historia presenta es la tolerancia de los hombres para la perduración de instituciones públicas reconocidamente ineficaces. Todos estamos de acuerdo en que este o el otro organismo nacional no sirve ya para cumplir su misión; parecería natural que inmediatamente se le sustituyese o modificase; cuando menos, que meditásemos con toda urgencia su relevo. Sin embargo, no solemos hacer esto. Al contrario, sentimos vagamente la impresión de que aquel organismo es, como el rocío o la marea, un hecho cósmico irremediable".

martes, 10 de febrero de 2015

De "Otra manera de pensar" (El Sol, 16 de diciembre de 1917)

"No vivimos mal porque ejercitamos una mala política, sino al contrario, nuestra irrisoria política es consecuencia de nuestra anemia vital".

martes, 3 de febrero de 2015

De "Hacia una mejor política, II" (El Sol, 9 de diciembre de 1917)

"Los españoles de la nueva generación hemos sido educados en la irrespetuosidad a los gobiernos. Porque los hombres que los integraban hicieron imposible todo anhelo de respeto germinante en nosotros. Los discursos que oíamos, los escritos que de ellos leíamos manifestaban una única resolución de enfrontarse con el sentido común. Solían ser palabras y frases inanes, absurdas, exentas de contenido, como nacidas en cerebros paralíticos.
Los que gozaban de un alma delicada se sentían reiteradamente ofendidos al advertir en las gesticulaciones del político la suposición de que los españoles a quienes se dirigían formaban una sociedad de idiotas".