martes, 27 de noviembre de 2012

De "Sencillas reflexiones" (El Imparcial, 10 de enero de 1913)

"Aquí se trata de España, de esa turbera de detritus históricos que es inminente organizar en nación. Todo lo demás es anécdota. Y no puede aspirar a gobernar quien no se haya percatado de que el problema español no sólo no es un problema de orden público, pero ni siquiera un problema político: que es una tragedia de secular desarrollo".

martes, 20 de noviembre de 2012

De "Sencillas reflexiones" (El Imparcial, 10 de enero de 1913)

En 1913, Ortega ejerce de secretario del Congreso Científico de Madrid, organizado por la Asamblea para el Progreso de las Ciencias. Sus dotes de orador le dan un enorme prestigio, inusitado en un joven de 29 años que aún no había publicado un solo libro. Es también el año de su plena irrupción en la vida pública, mediante la fundación ese otoño de la “Liga de Educación Política”, asociación de jóvenes intelectuales.

"La lucha política ha llegado a tal simplismo, que un escritor ajeno a los partidos organizados y amigo de atenerse a la complejidad de lo real, está condenado a enojar a los dos bandos. Y lo peor es que en nuestra tierra no aceptar la disciplina, el ideario de los partidos constituidos, se interpreta como una insoportable vanidad".

martes, 13 de noviembre de 2012

De "Miscelánea socialista" (El Imparcial, 6 de octubre de 1912)

"Nacionalismo es un concepto agresivo: el nacionalista piensa no tanto en su nación como en las ajenas, no tanto para su nación como contra las otras naciones. El nacional, por el contrario, se preocupa sólo de una labor constructora dentro del ámbito político en que vive".

martes, 6 de noviembre de 2012

De "Ni legislar ni gobernar" (El Imparcial, 25 de septiembre de 1912)

"No hay hombres lo bastante competentes para hacer buenas leyes constructoras ni entre los políticos ni fuera de los políticos. Puede, sin duda, pensarse lo contrario, pero déjeseme en libertad para pensar así, déjeseme decir que lo peor que podía en la presente hora acontecer a la enseñanza es que se hiciera una gran ley de enseñanza.
No se engañe a la nación por cierto hábito infame de deslizar el pensamiento a lo largo de retóricas pendientes, de culpables patriotismos, de temor a pasar por petulante o agresivo. Las leyes necesitan hombres para hacerlas bien y hombres para servirlas bien: unos y otros son sólo excepciones venerables en nuestro país".