martes, 29 de mayo de 2012

De "Las revoluciones" (Vida Socialista, 6 de febrero de 1910)

"Paz y cultura tienen un valor recíproco en mi vocabulario: paz es la postura del alma culta, cultura es cultivo, es labranza de la paz. Homines ex natura hostes. Por naturaleza son los hombres hostiles; sólo la cultura los hace amigos. Nuestros cuerpos manan enemistad, nuestros instintos segregan desvío y repulsión. ¡Qué importa! Alojada en el órgano material es cada alma una hilandera de ideal productora de hilos sutilísimos que traspasan otras almas hermanas, como rayos de sol y luego otras y otras. Lentamente los hilos se multiplican, el tejido de la cultura se va haciendo más prieto, más firme, más extenso hasta que un día la Humanidad entera se halle tramada y como con un manto místico cubra con ella sus lomos desnudos el Gran Artífice, el Promotor del Bien".

martes, 22 de mayo de 2012

De "Imperilaismo y democracia" (El Imparcial, 12 de enero de 1910)


El 22 de marzo de 1910, Ortega escribe al presidente de la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigación Científica, Santiago Ramón y Cajal, para solicitar una nueva pensión que le permitiera continuar sus investigaciones en Alemania. 

Se casa el 7 de abril con Rosa Spottorno y Topete. La luna de miel la pasaron en El Escorial, pues ya estaba preparando su viaje a Alemania. Y muere Nicolás Salmerón, catedrático de Metafísica de la Universidad Central. Ortega se presenta a las oposiciones y las gana, siendo nombrado catedrático el 25 de noviembre, a los 27 años. Para no perjudicar a los alumnos de la Escuela Superior de Magisterio, continuó con las clases sin percibir sueldo.

Se funda la Residencia de Estudiantes y Ortega empieza su colaboración con ella, como vocal del Patronato, colaboración que se prolongaría hasta la guerra civil. Allí comenzó su tertulia, a la que asistía todos los días un poco antes de la hora de comer, que más tarde será sustituida por la de la “Revista de Occidente”. Ortega consideraba fundamental la educación para resolver el problema español; de ahí su conferencia del 12 de marzo de 1910 en Bilbao, con el título “La pedagogía social como programa político”.

"El pueblo, los muchos sin los pocos, sin la minoría cultural, no puede cumplir ninguna labor histórica que merezca la pena. Una sociedad necesita que la sensibilidad para las ideas sea en ella un hecho normal y constante: no otra cosa que esa continuidad ideológica es la cultura, y, en mi opinión, hombre culto es aquél para quien en todo momento el mundo interior existe. El inculto, el abyecto, sólo alcanza la visión de las sustancias ideales en dos o tres instantes de su vida: cuando el placer sumo o el extremo dolor sutilizan tanto sus nervios, que las vibraciones de éstos valen momentáneamente como una ficción de espiritualidad. La bestia doliente es casi humana, y la masa popular, acosada por la amargura o furiosa de indignación, toma, a veces, resoluciones académicas. Pero esto no basta."

martes, 15 de mayo de 2012

De "Unamuno y Europa, fábula" (El Imparcial, 27 de septiembre de 1909)

"Quienes rompen las reglas artificiales de la buena educación se quedan sin gozar la fruición delicadísima de ejercitar íntegramente sus energías dentro de ellas. Pues qué, ¿no estriba todo el placer del juego en el sometimiento a ciertas reglas convencionales y hasta ridículas?"

martes, 8 de mayo de 2012

De "Fuera de la discreción" (El Imparcial, 13 de septiembre de 1909)

"¿Qué podremos hacer dignamente si nos falta el respeto al juzgar de las cosas y de las personas?  Mas, por mala ventura, en esta España nuestra, penetrada de abyección hasta la médula, suelen hallarse corazones de tan torcida casta, que es imposible conllevar siempre el respeto a las cosas, a la verdad, al bien, a la belleza, con el respeto a las personas".

martes, 1 de mayo de 2012

De "Una fiesta de paz" (El Imparcial, 5 de agosto de 1909)

"La paz no es real ni lo será, no existe ni existirá. La paz es el nombre que damos al tempo psíquico en que nos ocupamos de la justicia absoluta, de la verdad, de la belleza. Ahora bien, ninguna de estas cosas existirán nunca en la realidad. Por eso las llamamos ideales: no hay otra paz que la paz de los corazones".